Barreras de accesibilidad hasta en lugares insospechados

Todavía me sorprenden las barreras de accesibilidad que la sociedad impone a las personas con discapacidad hasta en lugares insospechados. Recordemos que una persona puede sufrir mayor o menor discapacidad en función de su entorno.


Una persona que para moverse necesite una silla de ruedas, tendrá menos barreras si vive en una ciudad como Valencia, donde se moverá con mayor facilidad, que si vive en una ciudad como Vigo, llena de cuestas y pendientes. La Convención de la ONU sobre los derechos de las personas con discapacidad supuso la legitimación de la perspectiva social de la discapacidad, confirmando este cambio de foco.

En un pequeño hotel en el que me alojaba por una reunión de trabajo, no importa cuál porque podría haber ocurrido en cualquiera, me dispuse a colocar algunos objetos dentro de una caja de seguridad electrónica. Objetos de poco valor, pero importantes, como un despertador vibratorio, pues en un anterior viaje, "desapareció" tras la limpieza de la habitación, con la consiguiente dificultad para despertarme en días posteriores.

Estas pequeñas cajas de seguridad suelen tener un funcionamiento similar, en el que hay que introducir un código de bloqueo. Miré las instrucciones de uso y me dispuse a hacer una prueba.


Los instrucciones son sencillas, pero con un pequeño problema: "cuando se oyen tres sonidos quiere decir que el código se ha memorizzado". No, el problema no es el error de redacción, es que yo no oiré los tres sonidos.

Arriesgo. Introduzco mi código personal según las instrucciones. Repito la operación de "memorizzación" un par de veces para asegurarme. Cierro la caja. Ahora intento abrirla. No se abre. Lo intento otra vez. No se abre. Está claro: mi código no se ha "memorizzado" y sigue operando con algún código de algún huésped anterior, por lo que no podré abrir la puerta.

La caja tiene dos luces, una verde y otra roja. Podrían haber programado electrónicamente la caja para que también parpadeara alguna de estas luces y así las personas sordas podríamos saber cuándo la "memorizzación" se ha hecho correctamente. También podrían haber puesto los números en braille para personas ciegas. Y, por último, la caja estaba situada en la parte alta de un armario, aproximadamente a un metro setenta, por lo que difícilmente una persona de menor estatura o en una silla de ruedas podría acceder.

La caja de seguridad inaccesible para personas sordas y ciegas.

Por suerte, al lado del panel de números hay un hueco para una llave maestra. Pregunté al conserje y subió a abrir la caja. Tonto de mí, debí haber hecho la prueba sin ningún objeto dentro. Tras esta experiencia, mi despertador con vibración vino conmigo a todas partes en la mochila.

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